¡¡Protégeme!! ¡¡Protégete!!

¿Qué hacen muchas personas antes de salir a la calle?

Yo reconozco no hacerlo, y claro, después me encuentro con algunas sorpresas meteorológicas indeseables. Pero sí, muchas personas antes de salir a la calle, abren la ventana, ven el tiempo que hace, para adaptar su vestimenta a las posibles inclemencias meteorológicas.

Y cuando vas andando por la calle, y de repente, una nube malévola te sorprende con un chaparrón, ¿qué haces?, como cualquier hijo de vecino, tendemos a protegernos, bien con un paraguas (que nunca es mi caso), con un pañuelo, o cobijándonos en un local hasta que la lluvia cese.

Nos protegemos de la lluvia por muchas motivos, el principal está claro: para  no mojarnos.

Éste, no es más que un mecanismo de protección que tenemos, resulta que es fácilmente reconocible, pero, ¿qué ocurre cuando queremos protegernos a nosotros mismos de nuestros pensamientos, de nuestras actitudes o de nuestras creencias?. En este caso, también utilizamos un mecanismo de protección.

Desde el año 1957, el especialista en Psicología Social, Leon Festinger, alumno aventajado de Kurt Lewin, desarrolla la teoría de la disonancia cognitiva.

¿Qué es la disonancia cognitiva?

Se entiende como el malestar que experimentamos cuando entran en conflicto dos pensamientos, actitudes, o comportamientos, con una creencia que tenemos sobre cualquier aspecto. Ese malestar genera tensión en el organismo, así que se desarrollan un conjunto de estrategias para apaciguar tal tensión, y así, estar en congruencia con nuestras creencias.

Lo vemos de forma más clara en el siguiente ejemplo, imaginemos una persona forofa del equipo A, que al jugar con el equipo B, ha visto como este último, además de ganar el partido, ha jugado mucho mejor. El pensamiento de que hay un equipo mejor que el A, se experimenta con tensión y esa disonancia le genera cierto malestar, es por ello, que desarrolla explicaciones para convencerse que su equipo, el A, es el mejor. Y nos encontraremos con frases del tipo: «el árbitro estaba comprado», «como ha jugado en otro campo, mi equipo se ha distraído», y así, hasta donde llegue nuestra imaginación. Estas explicaciones le hacen a esa persona calmar esa tensión, y seguir con el pensamiento de que su equipo es el mejor.

Este ejemplo simple podemos complicarlo todo lo que queramos, de hecho, este proceso ocurre de manera muy pronunciada en el mundo de las actitudes, cuando decimos:

–   «Yo no soy racista, pero…»

–   «Me encanta la lectura, pero no tengo tiempo para…»

–   «Me gustaría hacer más deporte, pero…»

–   «No soy nada machista, lo que ocurre es que…»

Debemos tener en cuenta algo en relación a este proceso:

1) Nos ocurre a todos, digamos que el cerebro está programado para protegernos de aquello que nos genera malestar.

2) Aunque los demás se den cuenta de lo que estamos haciendo, nosotros no nos damos cuenta, al menos en un primer momento;  ya que si nos paramos a analizar nuestras creencias y comportamientos sí que es posible percartarse de esa disonancia.

Lo asombroso de esto es la gran aplicación que ha tenido a nivel publicitario, y cuánto se utiliza por las principales marcas. Y que con el consumo de sus productos conseguiremos apaciguar esta tensión.

Ahora que conoces algo más sobre la disonancia cognitiva.

¿Cuál es tu disonancia?

y, ¿cómo la resuelves?

Acerca de carmenberzosa

Psicóloga

Publicado el 17/04/2012 en Cambio personal y etiquetado en , , , , , , , , , . Guarda el enlace permanente. 3 comentarios.

  1. Qué tal Carmen, Tu habilidad en encontrar ejemplos simples para cosas serias, es una forma de sumar.
    Lo cierto es que si la experiencia de los demás se comparte con ánimo positivo, el resultado tiene que ser positividad… y entre todos en ello estamos.

    http://translate.google.com/translate?hl=es&sl=ca&tl=es&u=http%3A%2F%2Fopenlovegpl.wordpress.com%2F

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